lunes, 2 de agosto de 2010

Delicias de la vida conyugal y el episodio de las Nike: Una lección.

El viernes por la noche viví un episodio tragicómico. Mi mujer no tuvo la mejor idea de poner a secar unas zapatillas Nike en la ventana de la cocina. La fortuna hizo que en un mal movimiento cayeran desde el décimo piso hasta el patio del buen vecino del primero que tiene una oficina. Por supuesto, tuve que encargarme de la logística de la recuperación: Llamé al portero, que de muy mala gana me dijo que era una oficina y que hasta el lunes por la mañana no íbamos a encontrar a nadie. Tarea difícil fue decirle eso a mi mujer que estaba al borde de un ataque de llanto (de verdad!).
Mientras me reía de la situación y de la importancia que ella le daba a las zapatillas, me puse a pensar en la forma en que se producen las mismas y como llegaron a nuestras manos (no, no tenía en nada mejor que pensar). Resulta que las trajo mi cuñado desde Estados Unidos hace un par años. Por las mismas pagó algo así como U$S 60 o U$S 70 (a pesos de hoy  $260 promedio).
Si bien las compró en norteamérica, las zapas son de Taiwan.
Investigando un poco (algo ya sabía del tema) di con una realidad que es digna de contar. A mediados de los 80`s Nike cerró su última fábrica en los Estados Unidos (dejando en la calle a 65.000 trabajadores) para trasladar su producción a Asia. Como empresa, encontraron mejores condiciones de producción que en su país natal (un tema de costos, por supuesto).
Acá conjugamos varias posibilidades que hacen que una empresa multinacional cambie su lugar de producción y encontramos, entre otros: Salarios (más bajos y en donde se incluye el trabajo infantil), pésimas condiciones higiénicas y de seguridad en las plantas y un régimen opresivo.
El tema que más me interesa, por supuesto, es el de los costos. Vamos a descomponer el costo (de acuerdo al artículo de Cohen, La fórmula de Nike).
Ponele que cada par de zapas se vende en EEUU a U$S 70. El salario del trabajador oriental es de U$S 2,75.- (!!!!!!!!!!!!!), pero por las otras cosas que son necesarias para la producción y el traslado a oriente el precio asciende a U$S 16.- (!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!).
Pero esos no son todos los costos. Le tenemos que sumar uno de los más importantes: el costo de publicidad. Es ese que te crea la necesidad, el que te hace sentir más canchero, con más onda, con más facha... en fin, más feliz (?). Cohen te la hace simple: Te lo duplica, con lo cual pasamos de U$S 16 a U$S 35 (para redondear).
De acá en adelante, la diferencia entre los U$S35 y los U$S70.- viene dada por los costos de distribución y, finalmente, LA GANANCIA!!!
Lo interesante de la nota que publicó Cohen es que este sistema de costos explica perfectamente a las nuevas sociedades postindustriales, en donde la etapa de de fabricación (la intermedia) ya no es necesaria en los países ricos pudiendo perfectamente terciarizarse.
De todas formas, me quedé pensando en el trabajo infantil, las condiciones de ese trabajo, los castigos, los encierros, los salarios.... Qué ganas de tirarlas de nuevo por la ventana!!!

Buen lunes para todos.
Economo.-

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